El día que morí

miércoles, 21 de junio de 2017

Era de día, hacía frío, mi cuerpo estaba muy adolorido y cansado,  estaba asustado.

Ya en el quirófano estaba recostada sobre la camilla escuchando las indicaciones de los médicos y en mi interior me decía: tranquila,  todo va a estar bien...

Inició la operación, se da el primer corte y algo anda mal,  ¿cómo puede ser posible que sienta tanto dolor?  ¿Acaso la anestesia no me hizo efecto?, entonces el segundo corte y no soporto más,  mi cuerpo reacciona y empiezo a temblar,  mi cuerpo saltaba de la camilla cual cuerpo endemoniado,  incontrolable, no podía creer que no podía tener control sobre él.

Recuerdo varios asistentes a mi alrededor,  tratando de controlarme,  dándome golpes en el rostro diciendo que no cierre los ojos,  recuerdo una voz que gritaba unos números,  recuerdo unas luces intensas sobre mis ojos y recuerdo un especie de tubo o algo que me ponen sobre mi boca y me desvaneci.

En ese momento solo estaba yo,  total y absolutamente SOLA en la obscuridad,  en la nada,  senti miedo, miedo como nunca antes había sentido, mi cuerpo era extraño a lo que siempre lo sentí.  ¿Dónde estoy?  ¿DÓNDE?  escuchaba mi voz gritar varias veces NO QUIERO MORIR,  asustada muy asustada por las sensaciones que vivía en ese momento,  dónde no solo sentía dolor físico, frío extremo y miedo,  entendí que es la soledad,  que es la oscuridad,  que significa morir, en ese momento escuché una voz que me dijo: NO LUCHES MÁS,  DÉJATE IR...

En el momento que escuché "déjate ir",  entendí que había muerto y mi cuerpo ya no se esforzó más (dejó de resistirse a algo que no conocía). Entonces de estar en la nada pasé a estar dentro de una especie de tubo de succión o espiral y yo sentía que volaba a la velocidad de la luz,  mientras ello sucedía podía ver a los costados unas sombras alargadas que salían como tentáculos oscuros y densos que querían arrastrarme con ellos, hacia abajo,  a la oscuridad,  sin embargo yo recordé que siempre debo seguir la luz y aunque ese camino,  ese viaje hacia ese punto de luz me generaba sensaciones extrañas y extremo miedo,  decidí luchar contra esas sombras y evitar que me lleven con ellas.  En el mismo tiempo que evitaba esas sombras se vinieron muchos recuerdos fuertes de mi vida en varias etapas,  momentos que me marcaron mucho,  todo sucedia simultáneo,  todo era confuso,  todo era helado muy helado.

Entonces los recuerdos basados en el amor me dieron la valentía que necesitaba en ese momento y esos recuerdos fueron los que me acompañaron hasta el final de ese viaje,  hasta la luz.

Cuando llegué a la luz,  no había nada,  ni nadie,  sabía que estaba yo allí,  pero ya no sentía mi cuerpo,  ningun peso,  ninguna masa,  ninguna densidad,  solo era mi pensamiento lo que me hacía saber que aún existía.  El miedo desapareció, estaba muy tranquila,  en paz,  observando mi alrededor,  todo brillante,  sin principio ni final,  solo un brillo,  sin tierra ni cielo...

Entonces con mucha energía y convicción dije: NO QUIERO MORIR,  AUN NO,  TENGO MUCHAS COSAS POR HACER AÚN (algunas cosas que sustentó ello aún las recuerdo)... y una voz me preguntó ¿ESTAS SEGURA? -SÍ respondí, con mucha seguridad.

Entonces en un instante retorné hasta ese tubo o espiral y descendi entre luces multicolores,  brillantes como el arcoiris y abrí mis ojos,  seguía en la camilla,  tenía un respirador puesto y unas braceras que me ajustaban,  volví a cerrar los ojos.  GRACIAS Dios... me volví a dormir.

Arequipa 29 de noviembre 2013

SUEÑOS 14

sábado, 21 de enero de 2017

Estaba en una plaza muy amplia rodeada de jardines y en el centro había una pileta de sillar.  El clima era muy frío,  el cielo se mostraba grisáceo y nostálgico.

Yo estaba con unas personas en esa plaza,  conversando temas sin ninguma relevancia,  cuando de pronto a lo lejos veo a mi profesor de educación física de primaria,  mi entrenador de atletismo,  gritando y corriendo, mirándome,  ¡avisándome!...¡ANNIA,  YA VAN A EMPEZAR LAS PRUEBAS! y yo volteo hacia atrás,  luego miro a mi alrededor para verificar si no hay otra ANNIA a la que se esté dirigiendo y volteo y lo miro,  ¡Sí!  Me habla a mí dije en mi mente.

Mi corazón se alborotó,  me puse nerviosa,  agitada,  totalmente emocionada. El profesor me abrazó y con la mano me señaló un portal de sillar que estaba en una subida.  Allí estaban los técnicos que te indicaban la serie de atletas con quienes participaría.

No lo dudé,  corri, ¡corrí! ¿entienden?  CORRÍ, me sentía sana... sin obstáculos en mi rodilla.  Llegué muy rápido a ese punto indicado por mi profesor y al entrar un técnico me gritó,  ¡ TU EDAD TU EDAAADDDD!  Le di mis datos y me vuelve a gritar: ¡TIENES 3 MINUTOS QUE YA VA A EMPEZAR LA PARTIDA,  PONTE TU  U-NI-FOR-ME! .

Y entonces me veo y estaba con jean y una polera,  así no voy a correr.  Entonces me quito el pantalón porque tenía un short adentro,  y entonces veo una compañera del colegio a mi costado que tenía el polo del colegio puesto y se lo quitó para prestármelo.  En el nerviosismo por cambiarme lo más rápido posible se me atascaba la ropa,  entonces aparecieron más compañeras del colegio para ayudarme a vestir.  Unas me acomodaban el cabello,  otras me ajustaban las zapatillas y otras me arreglaban la vestimenta.

Entonces el técnico grita: ¡ UUUNNN MINUUUUTOOOOO!  Y yo salgo cual cohete a la luna,  corrí velozmente,  nadie podía detenerme,  ni mi pensamiento.  Entonces mientras me dirijo al punto de salida de mi serie,  atravesando raudamente la plaza inmensa,  veo mi rodilla derecha que aún estaba vendada.  Sólo la veía,  con amor,  con asombro,  puedo correr,  puedo ser tan veloz como antes decía mientras saltaba obstáculos en la plaza y corría sin cesar.

Entonces inician las pruebas masculinas, ( estoy a tiempo me dije). Cuando llego a la zona de mujeres,  veo varias filas de chicas ordenadas y listas para salir a la pista,  reconocí a varias de ellas,  eran compañeras del colegio.

Entonces les pregunto quién es la que ordena las series y me señalan al fondo,  una señorita de uniforme militar,  con cara muy seria y que gritaba a quien podía.

Entonces la busco y me paro frente a ella,  la saludo y le solicito que me asigne una serie.  Ella me mira y sonríe malévolamente,  me mira de pies a cabeza y me dice ¡NO!... Entonces la veo y le vuelvo a solicitar POR FAVOR me asigne una serie que ya estoy lista para ganar (en ese instante pasó en mi recuerdo todas las veces que gané medallas en mi vida con este amado deporte)  eso me dió más valor y coraje.  Entonces la militar me vió y me señaló las piernas y me dijo con voz ruda: "Esas cosas no van a correr nunca más,  retírate, tú estás incapacitada para este deporte... JA JA JA.

Escuché esas palabras con todos los sentidos despiertos,  me dolió, me destrozó, partió mi alma en fractal e infinitamente.  Me vi,  vi mi pierna con la venda turquesa y la veo a ella y la veo directamente a su alma y yo con lágrimas en mis ojos y con todo el amor que me tengo le dije : YO ESTOY SANA Y SOY MUY VELOZ,  QUIERO PARTICIPAR,  YO PUEDO CORRER,  pero la señora con toda su indiferencia me miró las rodillas y me dijo,  retírate inservible.

Tras esas duras palabras me retiré con mucho dolor,  me alejé llorando mientras veía que iniciaban las series femeninas y yo debía estar allí.

Mientras me alejaba me sentí totalmente rechazada,  abandonada,  desdichada... Si ella supiera lo veloz que soy,  si tan solo me hubiera visto correr por esa plaza,  si tan solo...

Entonces desperté llorando,  desperté llorando y mucho.